La actividad desregulada que realizan cientos de barcos extranjeros además de dañar el ecosistema, causa pérdidas entre USD 1.000 millones y USD 2.600 millones cada año.
La milla 200 es una línea imaginaria que delimita la Zona Económica Exclusiva de Argentina con las aguas internacionales. En las inmediaciones de esa región, día a día se agrupan barcos de pesca para capturar diferentes especies pero, sobre todo, los calamares.
La ONG Solidaire organizó un vuelo a bordo del Boeing 787 en el que participaron periodistas, camarógrafos, activistas, documentalistas y embajadores con el único fin de observar qué sucedía en los límites del mar argentino.
Según se sospecha, muchos buques pesqueros apagan sus Sistemas de identificación automática (AIS) para no revelar su ubicación y, de esta forma, ingresar ilegalmente a las aguas que le pertenecen a la Argentina.
De todos modos, si bien muchos otros barcos sí respetan las 200 millas, lo cierto es que su actividad (si bien es legal) perjudica casi de igual forma al ecosistema del mar argentino. La pesca indiscriminada que realizan terminan, además, generando pérdidas al país de entre USD 1.000 millones y USD 2.600 millones cada año.
Todos los días, Argentina pierde recursos naturales y económicos gracias a la actividad de pescadores de diversas partes del mundo, aunque, los que más se repiten son China, Taiwán, Japón, Corea y España. De todos modos, más allá de lo estrictamente monetario, lo cierto es que los perjuicios van más allá y repercuten en la biodiversidad de las especies.
A lo largo del vuelo organizado por la ONG Solidaire, todos los presentes pudieron vislumbrar la enorme cantidad de barcos que se agrupaban cerca a la milla 200, algunos también ingresaban ilegalmente dentro del mar argentino. Si bien a simple vista parece una ciudad más, lo cierto es que se trata de una aniquilación de la fauna marina.
Además de pesca ilegal, esos buques suelen ser acusados de otros delitos como esclavitud y explotación infantil. Sin embargo, al tratarse de aguas internacionales, existe un vacío legal que genera que sea difícil intervenir.
«No hay una autoridad de aplicación en los tratados internacionales que se enfoque en evitar estos estragos. El impacto será en todo el mundo, las aguas internacionales hoy por hoy son como una alfombra donde se barre todo lo que no queremos ver: la pesca ilegal, la esclavitud, la explotación infantil y todo lo que se les pueda ocurrir», comentó al respecto Enrique Piñeyro, comandante del vuelo que él mismo organizó a bordo del Boeing 787 de Solidaire.