El lunes pasado, el papa Francisco hizo un llamado enrgico a la comunidad internacional para que prohíba la gestación subrogada, condenando enérgicamente la «comercialización» del cuerpo humano. Durante su audiencia con los miembros del cuerpo diplomático de la Santa Sede, en la inauguración del nuevo año, el pontífice destacó que el camino hacia la paz exige el respeto por toda vida humana, desde la del niño no nacido hasta la de aquellos en situaciones más vulnerables.
El sumo pontífice expresó su firme desaprobación hacia la maternidad subrogada, calificándola de deplorable, ya que, a su juicio, atenta gravemente contra la dignidad de la mujer y del niño, explotando la situación de necesidad material de la madre. En un urgente llamado a la acción, instó a la comunidad internacional a comprometerse en la prohibición universal de esta práctica.
En consonancia con la postura del papa, la Iglesia católica se opone firmemente a la gestación subrogada, un método de procreación médicamente asistida que implanta un embrión en el útero de una gestante subrogada, quien luego entrega al bebé a la pareja solicitante después del nacimiento. No es la primera vez que el papa se pronuncia en contra de esta práctica; ya en junio de 2022, la calificó como una «práctica inhumana».
En noviembre de 2023, el Vaticano señaló que los hijos de parejas del mismo sexo, ya sean adoptados o nacidos por gestación subrogada, podrían ser bautizados. Aunque pocos países autorizan la gestación subrogada, y generalmente de manera «altruista» sin compensación financiera, algunos estados de Estados Unidos permiten la gestación subrogada comercial.
Para el papa, «un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato». Lamentó los intentos de introducir nuevos derechos que no son totalmente compatibles con los definidos originalmente y que han dado lugar a colonizaciones ideológicas. En este contexto, subrayó la peligrosidad de la teoría de género, que, según él, borra las diferencias en su intento de igualar a todos.
El pontífice también abordó otros desafíos, como el llamado al fin de la carrera armamentística, la necesidad de una respuesta efectiva al cambio climático y la importancia de reflexionar sobre el desarrollo de la inteligencia artificial, asegurando que esta permanezca al servicio del hombre y no obstruya las relaciones interpersonales, el espíritu de fraternidad y el pensamiento crítico, especialmente entre los jóvenes.
En su reunión con los representantes del cuerpo diplomático de la Santa Sede para conmemorar el inicio del año, el Sumo Pontífice señaló la existencia de una «comercialización» del cuerpo humano mediante esta práctica.