Lejos de alcanzar una ocupación plena, los principales balnearios del país enfrentan una realidad distante.
Con la llegada del periodo estival, la incertidumbre económica que caracteriza a la Argentina está dejando sentir sus efectos en la actividad turística de la Costa Atlántica. Los principales centros de recreo, distantes de alcanzar una ocupación plena, generan creciente inquietud entre los prestadores de servicios y comerciantes locales.
Según las estadísticas proporcionadas por Eduardo Mayer, tesorero de la Unión del Comercio, la Industria y la Producción de Mar del Plata, el destino más demandado del país apenas registra un 60% de ocupación. Aunque durante las festividades de Año Nuevo se observó una cantidad considerable de turistas, las playas de la Ciudad Feliz no exhibieron la afluencia típica de años anteriores al inicio de la temporada estival. Ante esta realidad, los comerciantes se ven obligados a implementar promociones y ajustar estrategias de precios para hacer frente a la crisis turística.
En Pinamar, otro enclave turístico destacado, la ocupación actual se sitúa en el 75%, según datos del Observatorio Turístico y Económico del Municipio. En comparación con el 91% registrado el año pasado al inicio de la temporada, la disminución en las reservas es evidente.
Villa Gesell, preferida por los jóvenes argentinos, informa una ocupación del 60%, según el intendente Gustavo Barrera, quien comparte sus preocupaciones e incertidumbres en redes sociales. Destaca que muchas reservas se han cancelado debido a limitaciones presupuestarias y prevé que el incremento en el precio de los combustibles impactará en el turismo a lo largo de toda la costa.
Por último, el Partido de la Costa presenta una ocupación del 59%, según datos de la Secretaría de Turismo, Desarrollo Sostenible y Marketing local. Guillermo Favale, secretario de esta cartera, resalta que el sector más perjudicado por las últimas decisiones gubernamentales es el segmento popular, que conforma la mayoría de su audiencia.