Máximo Thomsen pidió hablar ante la sala de audiencias del Tribunal N°1 de Dolores y «contar lo que pasó esa noche». La decisión del apuntado como «líder» de los ocho acusados fue luego de la declaración de su madre.
Máximo Thomsen rompió el silencio luego de los testimonios de su madre, Rosalía Zarate, y de la madre de Blas Cinalli, María Paula. La madre del rugbier más complicado contó que padece cáncer: «Me operé, hice rayos y quimioterapia, sigo en tratamiento. Lo único que hago es salir de mi casa para ir a ver a mi hijo a la cárcel e ir al médico. Así hace dos años. No puedo mas no puedo seguir sobrellevando todo esto. Es una pesadilla».
Luego de escuchar y ver a su madre quebrada, Thomsen pidió hablar y manifestó: «Quiero pedir disculpas porque jamás en la vida se me hubiese ocurrido matar a alguien. Escuché varias cosas sobre mí varios años. No reconocía porque generaban tanto odio hacia mi persona, yo jamás en la vida tendría esa intención»
Luego continuó: «Al otro día supe lo que había pasado. Cuando estábamos todos en el piso (la policía) nos dice: ‘¿Ustedes saben por qué están acá? Ustedes mataron un pibe’. Ahí me empezó a dar vueltas todo en la cabeza y me puse a vomitar, pero yo hasta el día siguiente no lo creía, mi cabeza no lo podía procesar porque yo no lo entendía».
Al ser consultado sobre donde se encontraba el al iniciarse el brutal ataque a la víctima dijo: «Miré para el costado y vi un grupo grande de chicos como que se iban a enfrentar con mis amigos. Cuando llego a la ronda y, se abre, siento un golpe en la cara». Frente a esto, el imputado dijo que reaccionó y contó: «no recuerdo a quien le pegué ni cómo. En el momento estaba como en shock con todo lo que había pasado antes y entré en esa situación».
Por último, Thomsen reconoció que las zapatillas secuestradas con sangre de Fernando eran suyas, también se limitó a no contestar preguntas de la querella, y tampoco quiso señalar a alguno de los otros imputados ante las preguntas sobre las participaciones de cada uno de ellos.