Mauricio Macri estima que el organismo ya no tiene razón de ser por los reparos que imponen los países del ALBA a los proyectos de infraestructura y al candidato a secretario general que propuso el país.
Según publica Infobae, ya casi es una decisión tomada por el presidente Mauricio Macri y su ratificación cristalizará a pleno el nuevo mapa geopolítico que se impone en la región: el Gobierno evalúa que la Argentina renuncie a la Unasur y se aleje de esta manera de uno de los bloques regionales de mayor sesgo ideológico de tono chavista que existe actualmente en América del Sur.
Todo indica que para el 29 de diciembre el gobierno argentino presentará su planteo de renuncia a la Unasur cuyo proceso de salida definitiva puede demorar hasta 6 meses. Pero el efecto político en la región sin dudas será muy fuerte: esta decisión podría generar un rebote en otras administraciones enfrentadas con los países de izquierda nucleados en el ALBA que tienen desde hace muchos años un manejo bastante controlado de la Unasur.
Según evaluaron cuatro fuentes calificadas del Gobierno, las razones por las que Macri cree que «el tiempo de la Argentina en la Unasur está agotado» son muchas. Por empezar, los países del ALBA que integran Venezuela, Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia se opusieron a la candidatura de José Octavio Bordón que propuso la Argentina como secretario general de este bloque regional. A la vez, como presidencia pro témpore de la Unasur este año la Argentina había propuesto un plan de acción con proyectos de infraestructura, interconectividad, acuerdos comerciales y otros esquemas de confluencia regional que quedaron frenados por la oposición acérrima de los países de tinte chavista.
«Creemos que la Unasur es un organismo creado en un momento político que hoy no refleja el intereses de la mayoría de los presidentes de la región», dijo sin vueltas ante Infobae un destacado funcionario del gobierno que repasó con Macri este tema en los últimos días.
Por otra parte, al menos tres funcionarios de jerarquía del Gobierno admitieron que el bloqueo de Venezuela y Bolivia a las propuestas de la Argentina y de otros países alineados con Macri generó una suerte de «parálisis» de la Unasur. Esto es: no hubo en este último año avance alguno en materia de proyectos de infraestructura o de coordinación de tareas ante crisis políticas concretas como la situación de Honduras o Ecuador, mucho menos de Venezuela. A su vez, la Unasur tiene graves problemas en estos momentos de carácter administrativo ya que hay retrasos en el pago de los empleados burocráticos apostados en la sede central en Quito y los proyectos de producción comunes están archivados.
«Nos preocupa la dificultad para reunir consenso y la tesitura de los países del ALBA de imponer la ideología al trabajo unificado», reveló otro referente del gobierno. De esta manera, se evalúan en el Palacio San Martín todos los pasos legales que se deberían dar.
La primer escalada de confrontación que tuvo Macri en la Unasur fue a principios de este año, cuando la Argentina asumió la presidencia pro témpore y propuso a Bordón para la secretaría general de ese bloque. Los países del ALBA plantearon que como Bordón no era un ex canciller o un ex presidente sería vetado. Así, no se logró el consenso necesario para imponer el secretario general. «Nadie de la región puede objetar la trayectoria internacional que tiene el Pilo Bordón», se quejó ayer un funcionario del gobierno que fue uno de los encargados de llevar adelante las tratativas para proponer a Bordón como secretario de la Unasur. El punto es que sin el consenso general ese cargo no puede ser ocupado por el candidato que propone el país que preside temporalmente el bloque.
Al menos dos diplomáticos del bloque, uno de Uruguay y otro de Brasil coincidieron en que la tesitura de los países del ALBA «hace imposible un funcionamiento adecuado» del bloque y avalaron algunas de las objeciones que está imponiendo el gobierno de Macri para plantear su retirada de la Unasur.
La Unasur se creó el 23 de mayo de 2008, cuando se aprobó el Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas, en el cual se designó como sede permanente de la Secretaría General a Quito y del Parlamento a Cochabamba, Bolivia. En su origen este bloque de países de América del Sur buscó ser una suerte de contrapeso de la OEA y estaba en sintonía con la ola de izquierda que imperaba en gran parte de los países de la región donde el venezolano Hugo Chávez, Cristina Kirchner, Evo Morales, Dilma Rousseff y Rafael Correa llevaban la delantera.
Pero los tiempos han cambiado y ahora el esquema ideológico de la región está más fraccionado. La duda es si la decisión de Macri puede generar o no un efecto dominó imposible de frenar.